Vértigo. Vértigo como el que me dió ese día que te llevaba en
bici, la adrenalina escapando por los poros. Bueno. Un poco así, pero del
otro. Del que no está tan bueno...
Pienso en eso, en que todo debería ser más facil. Disfrutar, el
disfrute y no creer que, porque hoy el cielo es brillante, mañana nubarrón.
En fín. ¡Se pone en rojo! ¡Dale! ¡Cruzá! ¡Más rápido, más rápido!
Y la loca se porta, me lleva a todas partes. Te lleva, nos lleva y
no paramos de reir.
La poesía, esa cosa tan maravillosa, tan excitante que es leerla.
Leerlas. Leernos... en cada palabra compartida con aquél, a quien siquiera
conocemos, pero ¡ay! que queremos, y nos canta la posta.
Y sentir que esto que nos cala bien hondo, está ahí y está aca.
Qué zarpado. Qué zarpado besarte. Y la coca cola, ni te digo.
Los abrazos. las caléndulas. Esas locas, brujas y gritonas, que
saben tanto que no callan ni muertas.
Es así. El instante es eterno, y la eternidad sabe a frutilla...
Y a confianza.
Y a confianza.