Me recibió así, un poco ruidosa y apretada.
Linda como siempre, eso sin dudas.
Con su divino tesoro, sus tilos y adoquines.
Girar sobre sí ya no tiene sentido.
Cada vez más concisa la idea de ranchar del otro lado del
charco. Nítida la imagen, suficientes los argumentos.
Aunque lo sepas, te pido que te calles.
Que me sueltes, que me abraces, que me dejes,
¿te pido?
Cuando la conversación se vuela todo puede irse a la
estratósfera, y de pronto,
¿qué carajo? Suficiente por hoy: -¡pasa el vino vieja!
Es absurdo pensar que falta todo el invierno.
Cuando pueda me sentaré tranquila, a respirar el viento…
Ahí te diré: del abismo que separa el deber del ser. Ahí me
dirás: que todo se trata de escupir la mierda.
Te diré. Me dirás.
Y no más que palabras que se esfuman.